“La pecadora ¿dormita? ¿vela?…
un rayo de luz riela en el oro de sus cabellos, y la corona de destellos como de una aureola…
la ola de la luz se pierde en su mirada verde;
en el verde marescente de sus pupilas, grandes, orgullosas, y tranquilas como dos frescos valles matinales;
los raudales de su cabellera envuelven su cuerpo en un manto sutil de oro, el tesoro de su cuerpo de marfil;
esta tendida sobre cojines rojos, en la actitud indolente y felina, de una joven pantera, viendo morir el sol en la ladera de una colina;
las esmeraldas que adornan su cuello y su cabeza, parecen morir de enojos, y compiten con el verde y con la tristeza de sus ojos”